La infancia es una etapa delicada y, en algunos momentos, llena de fragilidad. El Carnaval puede ser una fiesta inquietante en la que se muestran inseguros por los disfraces, el jaleo y la transformación de las personas de su alrededor.
En Canción de Luna retomamos esta fiesta tradicional en la que, interpretando distintos roles, buscamos una tarea que tenga sentido para los niños. De esta forma, creamos un pequeño pueblecito en el que cada uno desempeña una labor por el bien común. Es un día para apreciar que todos vivimos en comunidad y que podemos servirnos unos a otros para una mejor convivencia.
Elegimos tres oficios:
Ese día vienen con un sencillo delantal que define su profesión. Preparan el desayuno para todos pelando, cortando, elaborando brochetas de frutas, haciendo sándwiches o sirviendo yogur. Se ocupan de organizar la mesa bonita y lista para el disfrute de sus manjares.
Con un sombrero de paja y un mandil, se disponen a preparar una planta para cada niño y niña de la escuelita. Trabajan la tierra y plantan una macetita para cada uno de ellos.
Vestidos con mandiles y pañuelo en la cabeza, tiñen camisetas de distintos colores para repartir a todos los demás. Todos los niños y niñas participan activamente en todas las actividades que requieren sus oficios: cortar, untar, lavar, enjabonar, regar… Las maestras sirven de guía para cada grupo y ayudamos en aquellas funciones que sean más complejas. También acompañamos a los niños a visitar los talleres de otros amigos para ver de cerca el trabajo y su resultado.